jueves, 11 de febrero de 2010

El cazador del ángulo oculto

Esta foto fue tomada por Egilda Gómez y es la imagen favorita de Luigi porque siente que lo retrata tal cual es.


Fue algo más que un francotirador de clics. Era el fotógrafo más atrevido y temible de los últimos tiempos. Para él se trataba de captar a las personas en su dimensión más apetecible: la humana. Esta entrevista imaginaria data de 1986, cuando recibe el premio “Edmundo ‘Gordo’ Pérez”

Verónica I. Figueiral D. / Para entonces, cursante de Entrevista Periodística. Fecha: 21-01-10

Había pasado la noche celebrando con sus compañeros de trabajo el pago de las utilidades. Amaneció en el mercado de Quinta Crespo, lugar en el que desayunó. Repentinamente vio a un caballito castaño que arrastraba una carreta y recordó que le había prometido a su hija un poni, por lo que no dudó en invertir todo su dinero en ese ingenioso obsequio. Lo llevó por la avenida Baralt, pasó por Cotiza hasta San Bernardino y allí hizo que subiera por las escaleras hasta el tercer piso del edificio. Ese animal era un sueño de niños, un sueño de poetas que culminó con la aclaratoria de su esposa, una indígena del Amazonas: el regalo no era un poni, se trataba de una mula. Para Tomás Eloy Martínez la confusión de este personaje se debió a que “está acostumbrado a ver los dobleces de la realidad”.
Luigi Scotto protagonizó esta historia hace unos cuantos años atrás, durante una de las primeras navidades que celebró en el país, luego de que arribara a Venezuela en 1947. Desde entonces no ha cambiado. Luigi sigue siendo el romano que suspira por su pueblo, el intelectual con corazón de artista, el heredero de los gustos de su padre: el periodismo y la poesía. Hay algo que en su vida, a sus 66 años de edad, continúa estando presente, que no pasó inadvertido, que ocupa sus pensamientos y lo enloquece: la fotografía.

—Yo mientras me cepillo los dientes, muy temprano en la mañana, lo primero que tengo en la mente es la imagen fotográfica. Vivo para ella y no hay alguien que me saque de eso. Es una locura y raya en obsesión. Hasta sueño de noche con la foto impactante. Y es que seguiré siendo reportero gráfico hasta que el dedo, el ojo y la mente me lo permitan.

Retratar a pesar del peligro

Es tanto el amor que siente por su oficio que en situaciones extremas no piensa en su vida, sólo en la imagen. Prueba de ello es que participara en la Segunda Guerra Mundial como periodista gráfico y que en 1961 viajara a cubrir el asesinato del dictador Leónidas Trujillo. Por esa misma época se trasladó al sur de Venezuela, cuando guerrilleros colombianos atravesaban el Orinoco huyendo de la represión. En uno de sus viajes en curiara estuvo a punto de naufragar debido a un aguacero torrencial, y en ese momento sólo se le ocurrió tomar sus rollos fotográficos, abrirse la camisa y amarrárselos al cuerpo.

Y es ese mismo amor a su carrera el que por estas fechas lo condujo a ganarse el premio “Francisco Edmundo ‘Gordo’ Pérez”, que anualmente otorga el diario El Nacional a la labor más destacada.

—Este reconocimiento me halaga mucho y me hace sentir vivo en mi profesión. En realidad no me lo esperaba. He tratado de coger la seña que me dio el mánager, el gran mánager Miguel Otero Silva, cuando me llamó hace dos años. Para entonces me dijo que quería que yo mostrara al público esta sociedad post-petrolera, postrada, envilecida, pero con grandes valores de recuperación que sólo espera la orden de “vuelvan caras”. Creo que en parte lo he logrado.

—Además se siente admirador reverencial del inmortal Edmundo “Gordo” Pérez.

—Y también de Luis Noguera. Pero mira chica eso no quiere decir que no haya fotógrafos competentes y tan diestros en el uso de la cámara. Ahora lo que necesitamos es que los jóvenes gocen de libertad para crear. De ninguna manera deben estar atados a los intereses y compromisos que tienen los dueños de los medios. Creo que gracias a la libertad con la que he trabajado fui galardonado en 1980 con el Premio Nacional de Periodismo Fotográfico.

Desde la sala de su casa, quinta “La Guarimba”, ubicada en San Bernardino, Luigi responde a las preguntas con un notable acento italiano, pero con la jerga venezolana a flor de labios.

La cámara indiscreta de Caracas


Luigi Scotto luce una inmensa chaqueta, la bota de los pantalones bien ancha y un sombrero de hilo tejido. Acostumbra cerrar su mano izquierda y envolver ese puño con la derecha. Encima del soporte que construye, fija su barbilla como si deseara conseguir el equilibrio de las esculturas que tanto preocupaba a los romanos. Sus bigotes perfectamente recortados y su amplia frente recuerdan a un joven que, con su saco de hombreras exageradas, hace cuarenta años se sentaba en la Plaza Bolívar con una cámara Leica colgando del cuello.

Fue en este lugar y en esa época cuando un hombre le comentó que en Últimas Noticias necesitaban a un fotógrafo. “¿Qué es Últimas Noticias?”, preguntó Luigi. Una vez enterado buscó el trabajo y lo consiguió. Así inició su labor de reportero gráfico en Venezuela hasta convertirse en la cámara indiscreta de Caracas que es hoy en día, capaz de captar a una reina de belleza con los cachetes chupados y al mismísimo Luis Herrera Campins subiéndose los pantalones en los actos oficiales. Su lente pone a temblar a los funcionarios públicos. “¡Cuidado que llegó Scotto!”, pareciera ser el pensamiento común. Una vez lo sacaron del templo en donde Campis oía misa cuando quiso hacer una secuencia de fotografías.

—Los escoltas no me hicieron daño, tú sabes: me sacaron cargado suavemente, por encima de la multitud y me pusieron al lado del vendedor de raspados. (En tono burlón) Esa vez me convertí en San Luigi de la Leica.

—¿Por qué quería captar a Luis Herrera Campins mientras oía misa?

—Mi preocupación no es tanto la de reproducir una imagen tal como es, en carne y hueso. Un poco en broma han llamado a mi fotografía en cierta época, radiografía del subconsciente. Me interesa Campins comulgando si afuera hay una protesta por la falta de agua. Una vez dije que Pérez Jiménez sólo me interesaba cuando empezaba a transpirar en los actos oficiales. Era casi mortificante para él sacar el pañuelo y lo hacía lentamente, mirando el piso, como resignado. Para mí se trata de la búsqueda del dato que desentona, de un ángulo oculto y más interior, de la caricatura de lo que somos.

De hecho Luigi estudia y analiza a sus personajes. Diariamente registra datos, conceptos e impresiones en su libreta.

—Ya que menciona la preocupación de reproducir una imagen tal como es, precisamente esto es lo que separa al fotoperiodismo de la ficción, ¿no es así?

—Sí. El fotoperiodismo se halla en el punto en el que no se miente, en el que no se manipula, en el que se obtiene una imagen lo más cercana a la realidad posible.

—¿En esta escuela se ubica el trabajo fotográfico de Luigi Scotto?

—Correcto, aunque como te dije, no es mi preocupación fundamental. Pero sí, en la estirpe de los fotógrafos agresivos y escandalosos, siempre fieles a la realidad. Nunca le he dicho a alguien que sonría, se peine o actúe de una determinada manera. Apegado a este principio he hecho de todo: amarillismo, sensacionalismo, retratos psicológicos, imágenes glamurosas, paisajismo, erotismo, fotos muy fuertes de torturas y fusilamientos. Trabajé como corresponsal de guerra en Libia y Egipto, cubrí la crisis del Canal de Suez y, en cuanto a la prensa venezolana, laboré desde en La Verdad hasta en El Diario de Caracas.

—A propósito de esto, ¿por qué abandonó el proyecto de El Diario de Caracas, siendo usted uno de los fundadores?

—El proyecto fue una bella aventura, pero duró sólo un año. La empresa cambió de línea editorial y bajó la guardia. De periódico agresivo y bien informado se transformó en vocero de la farándula al servicio de un canal de televisión.

La otra cara del fotógrafo

Luigi —o Luis— Calcagno Scotto cuenta en un tono susurrante, que mantuvo durante toda la entrevista, que se casó dos veces: la primera con una india —con la que tuvo dos hijas, Juana y Claudia, hoy ya profesionales de la biología y de la cerámica— y la segunda con una joven venezolana amante de la música y de los libros —tuvo a Yara y a Rina, dos adolescentes para la fecha. Se nota que disfruta un largo conversar, en compañía de una copa de vino.

—¿Cuál es su libro favorito?

—Leo mucho. Más vale preguntarme por mis escritores favoritos: Whitman, Eliot y Pound. Siempre llevo en mi maletín de lentillas, luces y rollos blanco y negro una edición bilingüe de ellos.

—¿Quiénes han sido los maestros de Luigi?

—Mucho he aprendido de Erich Salomón y Henri Cartier Bresson.

—Algunos críticos escriben sobre su nostalgia, ¿a qué o a quién añora?

—A mi madre, una actriz dramática que venía a visitarme cada dos años.

—¿Cuál es su secreto mejor guardado?

—Me cuesta confesar que escribo versos porque siento que me pegarán la chapa de fotógrafo-poeta.

—¿Tiene algún miedo?

—No quiero pensarlo, pero temo que Caracas siga siendo el río de cemento que hoy en día es. La gente ya no sonríe. Yo conocí al verdadero criollo: simpático, honesto y bonachón. Pero las ciudades cambian, y con ellas los hombres.

NOTA

Luigi Scotto murió en 1992 víctima de un cáncer. Por tanto, todos los datos sobre este personaje fueron extraídos de trabajos periodísticos publicados en la prensa nacional entre 1969 y 1992, suministrados por el diario El Nacional. Algunas de las declaraciones de Scotto fueron extraídas de las fuentes anteriormente mencionadas. También se tomó la anécdota del poni de un texto leído en clases por el profesor Sebastián de la Nuez.

Guillermina también espera

Limpia un apartamento en el que el tapizado de cuero, la cerámica italiana, las mesas y repisas de mármol y los adornos de cristal saltan a la vista.


El hampa golpea incesantemente la vida de Guillermina Cardozo: su hijo y cuatro de sus siete hermanos han muerto abaleados. Es víctima de la inestabilidad laboral, del colapso en los servicios públicos y de la inflación. Cree que algún día las cosas cambiarán y, como un personaje de Esperando a Godot, aguarda con osadía

Verónica I. Figueiral D. / Para entonces, cursante de la cátedra Entrevista Periodística. Fecha: 24-11-09.

A sus 50 años, Guillermina Cardozo continúa levantándose de la cama a las cinco de la mañana. Prepara el desayuno, ordena su casa —una vivienda humilde de 62 metros cuadrados, tres cuarticos, cocina y sala— y se alista para salir a trabajar. En el instante en el que abre la puerta de su morada, ubicada en el sector El Rosario del barrio Las Minas de Baruta, la impregna un olor a “alimentos podrios y a pañales desechables usados”. Al bajar cinco escalones, se encuentra en el callejón Las Palmas, que mide metro y medio de ancho, y se halla atiborrado de basura. A su paso por el lugar, Guillermina Cardozo “cual saltamontes” va esquivando las grandes cantidades de desperdicios. “No sólo hay basura regada por los perros y por los indigentes, también hay invasión de moscas, cucarachas y ratas tan grandes como gatos”.

Al salir del callejón Las Palmas, Guillermina Cardozo diariamente sube al menos cincuenta escalones. Luego, espera un carrito por puesto que la traslada hasta la entrada principal del barrio. Allí toma un autobús que, según el día, la lleva hasta La Trinidad o hasta Terrazas del Club Hípico. En estas urbanizaciones, Cardozo labora limpiando apartamentos: uno por día (cien bolívares), cinco por semana (quinientos bolívares), veinte por mes (2000 bolívares). Posee este oficio desde los trece años, cuando su mamá le exigió que trabajara.

Durante 45 minutos de plática, Guillermina Cardozo reseñó tales detalles de su vida, pues aunque en un principio la entrevista había sido planificada para realizarse en su casa, Cardozo cambió de opinión porque “a El Rosario sólo entran los que viven allí”. Por tanto, la conversación se desarrolló en una panadería al inicio del barrio Las Minas de Baruta.

—¿De qué manera la afecta el plan de racionamiento de agua que Hidrocapital inició el lunes 2 de noviembre?

—Me afecta en que me puedo quedar sin empleo. Si no hay agua, ¿cómo voy a trabajá?, ¿cómo voy a limpiá? Sin agua no puedo lavá ni planchá la ropa. Y en el barrio me falta hasta dos días seguidos. Yo tengo un tanquecito que se va en una sola lavadora.

EL SUELDO, CADA VEZ MENOS

De acuerdo con información de Hidrocapital, el líquido vital se restringirá los días miércoles y jueves en las urbanizaciones La Trinidad y Terrazas del Club Hípico. De esta manera, Guillermina Cardozo quedará parcialmente desempleada y su sueldo se reducirá a trescientos bolívares semanales.

El esposo de Cardozo, El Negro, gana poco más del sueldo mínimo, pues carece de un empleo fijo. Ambos mantienen su hogar —en el que vive la única hija de este matrimonio, Karina, junto a su esposo e hijo— y el de la mamá de Guillermina, Rosalía Pérez, quien sufre de osteoporosis.

—El sueldo no rinde. Me la veo apretá. Ya un pescadito cuesta 45 bolos y un kilo de pechuga de pollo ya son veintiocho. Carne compro muy poca. Sólo en el recibo de la luz se me van 110 bolos y me falta por lo menos dos veces por semana. Una vez llegué a la casa y me olía a podrio. Pensé que era la basura que tengo que guardar en mi casa. Cuando abrí la nevera me di cuenta que con tantos apagones se había dañado. Y ni hablar de los gastos que uno no tiene previsto. El otro día le cobraron a mi hija 400 bolos por una cordial [muela cordal].

Cardozo no para de hablar cuando se le coloca una grabadora en frente, como si sintiera un alivio ante el hecho de que sus denuncias son escuchadas.

—¿Por qué tiene que guardar la basura dentro de su casa?

—Porque Fospuca tarda hasta nueve días en recoger la basura y no tenemos pipotes para echarla. La gente la pone en el callejón o la guarda en su casa. Cuando se acumula, la subimos hasta el botadero, a media hora de Las Palmas.

“A MI HIJO LO MATÓ UN PACO POR ERROR”

Cualquier persona que observe con detenimiento a Guillermina Cardozo jamás imaginaría su historia de vida. Tiene 37 años trabajando y no se ve cansada. Dio a luz a su primer hijo —Nelson— a los 16. Manuel nació cuando tenía 18 y Karina cuando contaba con 22, edad con la que culminó el sexto grado de educación básica. Pero Guillermina no luce envejecida: su cabello muestra pocas canas —y nunca se lo ha teñido—, su cara posee contadas arrugas y reluce fresca. A pesar de que en su primera relación amorosa sufrió mucho —su pareja se embriagaba diariamente, abusaba sexualmente de ella, le pegaba y le robaba el dinero—, sus ojos no reflejan tristeza, quizás oculta su dolor, pues siempre mantiene una sonrisa en su rostro ovoide y blanquecino. Cuando cuenta la muerte de su hijo Manuel, su chirriante voz se torna suave y hasta alcanza un tono maternal.

—A mi hijo lo mató un paco por error. Manuel tenía 22 años y no era un santo, él desafortunadamente se endrogaba. Una noche regresaba a la casa y una bala perdida le perforó el tórax y también el pulmón. El paco, que perseguía a un ladrón, me lo dejó ahí tirado. Fueron sus amigos, unos malandros del barrio, los que lo llevaron al hospital Domingo Luciani. Mi hijo murió en el camino. Eso fue en el 2003, en ese año también mataron a mi hermano.

—¿Quién mató a su hermano?

—Mi hermano era bodeguero y unos malandros que estaban endrogados lo mataron para robarle el dinero que tenía en la caja [registradora]. Le dieron cuatro tiros. Un año después, dos de mis hermanos murieron a causa de dos balas perdidas. Hace un año, mi sobrina endrogada asesinó a mi hermano, quien días antes le había dado una pela para hacerla entrar en razón. Lo mató cuando iba entrando a su casa, ubicada en el barrio Ojo de Agua. Los otros murieron en Las Minas.

—¿Su sobrina está presa?

—¡Qué va a estar presa! Si ella les paga a los pacos.

TODAVÍA SUEÑA

—Hay quienes dicen que la última y definitiva justicia es el perdón. ¿Usted podrá perdonar a quienes les han hecho daño?

—Sólo Dios perdona. Yo creo en Dios, en la Virgen de Guadalupe y en la Virgen de Betania. Voy a misa todos los domingos. Pero no creo en la sociedad, ni en los policías porque lo que hacen es endrogarse. Sólo creo en la justicia divina, que es la de Dios.

—¿Desde cuándo existen estas problemáticas en su comunidad?

—Desde siempre, pero durante el gobierno de Chávez todos estos problemas han subido. Yo no creo en ningún Chávez porque Chávez es puro embuste. Creo en la oposición.

—¿Tiene esperanzas de que esto cambie?

—El problema es que el venezolano sabe quién roba, quién mata, quién es el policía corrupto y quién vende drogas, pero calla por temor. Cuando denuncio algo en el barrio me amenazan de muerte. [Breve pausa] Yo aún sueño con que las cosas cambien. Algún día llegará. La esperanza es lo último que se pierde. Será seguir esperando.

En este instante, Guillermina Cardozo —vestida con un pantalón de tela azul, una franela blanca de algodón y unos zapatos deportivos— agradeció la entrevista. Y se despidió una Guillermina que no tiene tiempo libre —lleva las riendas de su hogar y del de su mamá—, que no mira novelas, que tiene veinticinco años sin ir al cine, que adora las canciones de Óscar de León, que lee el periódico muy poco y que ya no baila porque cree estar muy vieja para hacerlo. Una Guillermina Cardozo carismática y que tiene los pies bien puestos en la realidad que le ha tocado vivir.

viernes, 30 de octubre de 2009

Exitoso evento de recaudación culminó con gran concierto en la Sadel

Evelyn Guiralt de Genty extendió la invitación al "noble pueblo venezolano" para que colabore con los deportistas especiales, al enviar un mensaje de texto con la palabra APORTE al 446

(Caracas, jueves 29 de octubre de 2009)-
Durante todo el día, en la plaza Alfredo Sadel de Las Mercedes, se llevó a cabo el evento de recaudación de fondos denominado "Un Aporte Especial", organizado por la fundación Olimpiadas Especiales Venezuela (OEV), con el fin de garantizar la participación de 72 atletas venezolanos en los próximos Juegos Latinoamericanos de Olimpiadas Especiales.

La actividad consistió en la petición de dinero a transeúntes y conductores a su paso por las adyacencias de la plaza Alfredo Sadel, por parte de los atletas, entrenadores, voluntarios y directivos de esta organización, así como de los artistas, utilizando para ello recipientes plásticos identificados.

La actriz Mónica Pasqualotto, quien forma parte de la Junta Directiva de OEV, acompañó a los deportistas especiales en la recolección de donativos. La actividad cerró con un gran concierto gratuito que comenzó a las seis de la tarde y que contó con la participación de reconocidos talentos, entre los que destacan: Hany Kauam, Tártara, Zona 7, Johnny Sigal, Banny Costa, Euler Guillén, Dj Pana, el trio Calibú y Edmundo Benavides.

Evelyn Guiralt de Genty, Presidenta de OEV, agradeció a todas las personas que colaboraron con la organización: "Gracias por confiar en este movimiento, por unirse a la fanaticada, por creer en nosotros y porque así nuestros atletas pueden representar al país en los II Juegos Latinoamericanos, que se celebrarán en Puerto Rico, en febrero de 2010".

Paralelamente a esta actividad, que se viene realizando desde el año 2003, la fundación se encuentra desplegando una segunda campaña de recaudación de fondos. Guiralt de Genty convidó al "noble pueblo venezolano" a enviar un mensaje de texto con la palabra APORTE al 446, y así convertirse en "fan del deporte y de los atletas que inspiran".

Asimismo, Evelyn Guitralt de Genty extendió la invitación a los presentes a formar parte de la red de OEV en Twitter y en Facebook, y a conocer un poco de la organización a través de un video sobre sus 30 años en Venezuela.


Leyenda de fotos:
1.- Invitación Aporte.
2.-
Actriz Mónica Pasqualotto acompaña a un atleta en recaudación de fondos.
3.- Agrupación Tártara en tarima Show Center.


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